Juan Carlos Goldar describe en la primera parte de su libro Anatomía de la mente
(1993) cómo nuestra mente emite actos a partir de los objetos percibidos y cómo
valoramos los mismos para la emisión de los actos. Vamos a describir sucintamente
esta primera parte del libro.
Goldar dice que la mente tiene dos facultades: una PRÁXICA y otra PRAGMÁTICA . La esfera
práxica de la mente establece relaciones entre los objetos y los actos; es decir, entre
lo que percibimos y lo que hacemos o la conducta motora que expresamos. Da el
ejemplo de que el ver o percibir una silla nos invita a emitir el acto de sentarnos; el ver
una manzana nos emite el acto de comerla o dejarla en la frutera. En la página 12,
dice: “Todo cuanto sucede en la mente tiene su origen en la actividad sensorial o en
los estímulos que llegan del mundo”.
Ahora bien; la esfera práxica de la mente necesita del auxilio de la esfera pragmática
para la emisión de actos. Si la facultad práxica fuera la única —la mente que elabora
formas sensoriales y estas formas motoras—, entonces todo aquello que emite un
acto de comer sería ingerido, o lo que emite un acto de comprar sería comprado. Sin
embargo, esto no ocurre así. “La facultad pragmática de la mente selecciona objetos
para controlar la emisión de actos”. La selección, dice el autor, se hace a través de
calificar la peligrosidad del objeto; una vez hecho esto, la esfera pragmática inhibe el
acto que va a utilizar el objeto. “Valorar los objetos es determinar su peligrosidad” en
el vínculo con el acto.
Utilizaremos el ejemplo del autor para explicar en detalle este párrafo. Si en una
frutera vemos una manzana lustrosa y brillante y tenemos apetito, emitimos el acto de
comerla. Pero si la manzana se encuentra en muy mal estado, aun teniendo hambre,
emitimos la inhibición del acto de ingerirla y la desechamos en el tacho de basura. Aquí
se observa que el acto de ingerir una manzana en mal estado encierra un peligro y esta
valoración de peligro la realiza la facultad pragmática de la mente. Por lo tanto, en
nuestras conductas, constantemente estamos dando importancia a un objeto y su
correspondiente acto o permaneciendo indiferentes a la emisión del acto surgido del
objeto. Y este es el nudo de las esferas pragmática y práxica: dar importancia o
permanecer indiferente. “Si la manzana está bien, le damos importancia y la comemos,
porque no encierra ningún peligro para nuestra vida; pero si está mal, permanecemos
indiferentes a la ingesta y la desechamos, porque encierra un peligro para nuestra
existencia” (Goldar, Anatomía de la mente 1993, pp. 33-35)