En salud mental nos encontramos no con poca frecuencia con una problemática compleja que es el paciente que no colabora con el tratamiento, que no tiene buena actitud hacia la propuesta terapéutica.
En algunos casos deriva de su personalidad, porque no confía en este tipo de tratamiento, no le gusta, no está acorde a sus valores o creencias . Pero en otros casos, como en las adicciones a sustancias, alcoholismo, donde el paciente se niega a dejar de consumir; o quien padece anorexia nerviosa que se rehúsa a comer por temor a engordar, o el paciente psicótico desconfiado o temeroso de que le quieran hacer daño; o el depresivo que está desesperanzado y ya no cree en nada, por nombrar algunos casos, en los cuales la negativa a colaborar deriva directamente de su cuadro Psicopatológico, es un síntoma de la enfermedad, que la vez nos muestra lo difícil que resulta ayudarlo a generar el cambio
Pero a la vez como profesionales de salud mental debemos preservar la vida del paciente, aún en contra de su deseo y en alianza con la familia que quiere su bienestar. Debemos tomar entonces medidas de resguardo y otras indicaciones que preferentemente tendrían que ser ambulatorias pero que en ocasiones por la complejidad del cuadro la internación es la decisión más adecuada para estabilizarlo.
La internación asistida por profesionales idóneos es un invalorable recurso para las situaciones críticas, no una vulneración de la libertades individuales, como también pasa cuando se decide internar desde otras especialidades clínicas.
Lic. Mirta Raton